Los Efectos Somáticos de la Risa

01.12.2015 08:53

Los Efectos Somáticos de la Risa

Está demostrado que la risa eleva el umbral de tolerancia al dolor, incrementa el ritmo cardíaco y “masajea” los órganos internos. Al mismo tiempo genera una poderosa relajación del sistema nervioso parasimpático, lo que hace disminuir la contracción de una serie de músculos blandos que están controlados por dicho sistema, reduciendo también por este medio la tensión y el estrés.

Este “aflojamiento muscular” es el responsable de algunos de los efectos que pueden ocurrir con la risa, como una mayor salivación, secreción lagrimal e incluso micción incontrolada.

Al mismo tiempo la reducida actividad del sistema nervioso simpático flexibiliza y relaja también la rigidez corporal, que incluso puede llegar a provocar una pérdida de la postura erecta (revolcarse de risa).

Por otra parte la risa favorece los procesos de digestión y de eliminación, mientras la presión sanguínea se normaliza y la dilatación de los alvéolos pulmonares se hace tres veces mayor que en la respiración normal, por lo que la cantidad de aire bombeada por los pulmones puede llegar a triplicarse.

Masaje interior

El Dr. William Fry, –el “doctor del humor”– ha dedicado más de 30 años a la investigación de las potenciales propiedades terapéuticas del humor, la risa y el buen estado de ánimo.

“El humor cambia a la persona. El poder de su efecto no se detiene debajo del cuello… El regocijo va acompañado de perturbaciones en todo el organismo y alcanza nuestro auténtico ser biológico, físico. Nos rasguea como si fuésemos una enorme guitarra.”

Define la risa como una “experiencia orgánica total” en la que participan todos los principales sistemas, como el muscular, el nervioso, el cardíaco, el cerebral y el digestivo; se produce en dos etapas: estimulación de la salud y relajación profunda.

¡Tan profundo es el efecto de esta reacción en dos etapas que en ocasiones se la conoce como masaje interior!

Constituye un buen ejercicio aeróbico que ventila los pulmones, a la vez que calienta y distiende los músculos, los nervios y el corazón. La risa, al igual que un ejercicio físico, acelera el ritmo cardíaco, eleva la tensión sanguínea, hace más rápida la respiración, expande la circulación y fomenta la entrada y salida de oxígeno.

Ha demostrado que los ataques de risa, es decir, las carcajadas prolongadas, ejercitan no sólo la parte superior del torso, los pulmones y el corazón, sino también determinados grupos de músculos situados en los hombros, brazos, abdomen, diafragma y piernas.

Entre 100 y 200 espasmos diarios de risa equivalen aproximadamente a 10’ de remo. De ahí luego las agujetas en el abdomen y el dolor de mandíbula.

El célebre filósofo del S. XIX Herbert Spencer fue uno de los primeros científicos “serios” que aludió al efecto del masaje de la risa. En su opinión, la risa es una excelente válvula de seguridad para hacer frente a las “sobrecargas de fuerza nerviosa” y para liberar el “movimiento muscular desagradable”.

Spencer estaba convencido de que la risa era un mecanismo esencial para restaurar el confort físico, la armonía biológica y el orden interno.

Una de las principales razones por la que la risa afecta de un modo tan profundo a la relajación de todo el cuerpo guarda una estrecha relación con el efecto de la risa en la respiración. L. Lloyd decía que la risa suele empezar con una prolongada exhalación de aire, (durante un periodo de risa, las exhalaciones son, la mayoría de las veces, un poco más largas que las inhalaciones, y en el periodo de recuperación que sigue a la risa, a menudo nos vemos obligados a inhalar y exhalar largas, lentas y profundas bocanadas de aire).

Muchas veces, la acción de esta respiración “feliz”, que es una combinación de inhalaciones profundas y exhalaciones completas, constituye la base de una espléndida ventilación, un descanso reparador y una intensa liberación.

La respiración “triste” tiende a ser muy superficial, esporádica y estresante, provocando tensión en el corazón y ansiedad en la mente.

El humor alivia el dolor

Aunque el humor había sido estudiado con profundidad por nombres tan relevantes como Henry Bergson (premio Nobel, 1927) y Sigmund Freud, fue Norman Cousins quien en 1979 llamó por primera vez la atención de la comunidad científica internacional sobre sus extraordinarias posibilidades terapéuticas. En su libro Anatomía de una enfermedad describe los efectos que tuvo la risa en la curación de su espondilitis anquilosante.

Partiendo de la base de que las emociones negativas, tales como la ira, la ansiedad y el estrés personal, pueden propulsar el ritmo cardíaco y elevar la presión de la sangre hasta un nivel letal, afectan negativamente a la salud humana, Cousins pensó que lo contrario debía ser cierto: que las emociones positivas tendrían un efecto positivo, tales como la felicidad y el amor, aunque ha sido poco estudiado. Confirma la relación entre tristeza y enfermedad, alegría y curación.

Norman Cousins, se negó a aceptar tan triste pronóstico y decidió hacerse cargo de su propio tratamiento. Recordó una conferencia sobre las nefastas consecuencias que las emociones negativas tienen sobre el organismo, quizá entonces las emociones positivas podían restaurar el equilibrio y ayudar a su recuperación.

Estaba dotado de un poderoso deseo de vivir y se resolvió a potenciarlo utilizando la alegría. Consiguió películas divertidas. Observó que la risa era un poderoso analgésico: 10’ de risa equivalían a 2 h. de sueño sin dolor. Esto se vio reflejado en la mejoría en las pruebas médicas.

El deseo de vivir es uno de los efectos terapéuticos más importantes del humor. En la medicina debe contarse con él. Por Ej: una persona con una enfermedad insignificante, si dice desde el principio que se va a morir, ya no sale vivo. El fenómeno opuesto, un paciente con una enfermedad que le queda poco tiempo de vida y la persona opina de otra forma y dice que no va a morir, sobrevive.

Hoy en día, Cousins está considerado como el verdadero faro de la medicina de la risa.

Aunque la risa no puede curar el dolor, es evidente que puede facilitar una verdadera liberación del mismo. Lo mejor de todo quizá sea el hecho de que la investigación médica haya descubierto que un buen ataque de risa es capaz de activar la liberación de dos neuropéptidos químicos: las endorfinas y las encefalinas, comúnmente descritas como los agentes supresores del dolor del organismo humano.